Liorhyssus hyalinus, la chinche de la quinoa
Liorhyssus hyalinus (Fabricius, 1794) es un insecto Hemíptero, de aquellos a los que conocemos comúnmente como "chinches". Y chinches hay en una enorme cantidad, y de diversa condición y tamaño. Coinciden todos en una cosa: tienen un aparato chupador, que les permite alimentarse de líquidos. De las cincuenta mil y tantas especies de chinches que se conocen, algunas se alimentan exclusivamente de jugos vegetales, otras de jugos animales y unas cuantas de ambos. Entre las que succionan jugos animales están, por cierto, aquellas bien conocidas en las zonas rurales del país, como las chinches de cama y las vinchucas, que se alimentan de sangre. Pero son las menos.
La mayoría de las chinches se alimentan de los vegetales, siendo muchas de ellas consideradas por el hombre como plagas agrícolas. Lo cierto es que no es culpa de los insectos que los humanos les pongan, a libre disposición, grandes plantaciones de las plantas que ellos siempre comieron. La Liorhyssus hyalinus es una de estas plagas agrícolas en Sudamérica, ya que ataca los cultivos de quinoa en Perú, Bolivia y Argentina. Entiendo que acá en Chile también está ya haciendo de las suyas. Por esta razón, aunque es un insecto cosmopolita, asentado alrededor del mundo, por acá se le conoce como "chinche de la quinoa", porque puede causar grandes daños en los cultivos de ese cereal.
En nuestra ciudad, claro está, no pasa de ser un discreto habitante más. Y digo discreto porque su reducido tamaño y su facilidad para ocultarse entre el follaje la mantienen lejos de nuestros ojos, que, por lo demás, no suelen prestar atención a "esos bichos" que nos rodean. A lo sumo, si notamos su presencia, pensaremos que es una mosquita más. No mide más de 7 mm, y su forma es ligeramente ovalada, teniendo alas que van sobrepuestas al cuerpo. No las lleva cubiertas, como ocurre con otras especies de chinches, sino a la vista. Esas alas son transparentes, cosa que le dá el nombre a la especie (hyalinus significa translúcido). Las hembras, que son de mayor tamaño, suelen llevar unas pequeñas manchas coloridas a los costados del cuerpo, lo que permite diferenciarlas de los machos a simple vista.
A diferencia de las otras familias de chinches, las Liorhyssus carecen de una glándula del olor y por tanto no emiten un líquido con un olor desagradable cuando se les molesta.
Mariposita amarilla, Hylephila phyleus
Las mariposas del género Hylephyla, que pertenecen a la Familia Hesperiidae, son de tamaño mediano a pequeño, y tienen una disposición de las alas algo diferente, que muestra en forma más clara que son cuatro, en tanto en la mayoría de las mariposas estas dan la impresión de ser solo dos. Se las conoce en inglés como fiery skipper ("diseño rojizo", mal traducido a veces el "skipper" como saltarina), en tanto en español no tiene otro nombre común que mariposita amarilla.
Hasta hace un par de años, eran muy comunes en Antofagasta, y se las podía encontrar en todo jardín, plaza y parque, ya que se asocian a una amplia variedad de plantas herbáceas (pastos). Sin embargo, es fácil advertir que su número ha disminuido notablemente, y ya se hace necesario buscarlas para poderlas ver. Considerando que se alimentan de pastos, podemos entender que el podar los céspedes de plazas y jardines debe causar un gran daño a esta especie.
Aunque no tengo seguridad respecto a cuál es la que he fotografiado innumerables veces, según su distribución nacional, la especie que podemos encontrar con más facilidad en nuestra ciudad es la Hylephila phyleus, mariposa que tiene una muy amplia distribución en América, ya que se extiende desde el mismo Canadá hasta la región de Antofagasta, siendo éste su límite sur por la vertiente occidental, si bien por el lado oriental avanza hacia el sur por Argentina. No obstante, cabe también la posibilidad que esté presenta Hylephila fasciolata, de aspecto muy similar, y que distribuyéndose por el país desde Magallanes hasta Atacama, no se puede descartar su presencia en Antofagasta, región en la que poco se ha hecho por realizar un catastro entomológico de proporciones, que involucre estudios acabados del tema.
Las Hylephila phyleus, con ese aspecto modesto que tienen, no son poca cosa, en términos "mariposísticos", ya que ostentan uno de los más amplios rangos de altitud, pudiendoseles encontrar entre el nivel del mar y los 3.000 msnm. cosa que muy pocas mariposas, incluso dentro de su familia, pueden replicar. Su tonalidad es bastante variable, entre las 6 subespecies reconocidas que pueblan América, variando desde un oscuro anaranjado con manchas casi negras, hasta un amarillo claro con manchas marrones, siendo siempre las hembras más oscuras y de mayor tamaño que los machos.
Sus huevos son de color blanco verdoso pálido, y la puesta la realiza la hembra individualmente, uno a uno, en la parte inferior de las hojas de loas pastos de las que se alimentan. Las larvas al nacer se ocultan en un nido de hojas, las que unen con hilos de seda, para mantenerse a salvo de depredadores, alimentándose desde allí. Cuando ya están desarrolladas, su color es variable, yendo del café amarillento al verde pálido, pero con rayas longitudinales de color más oscuro encima y a los costados. La pupa (o crisálida) varía también en color, desde el verde pálido al café amarillento, moteada dorsalmente con marrón oscuro. Tiene una línea longitudinal oscura a lo largo de cada lado, y otra a lo largo de la espalda.
Las plantas hospederas de esta especie son hierbas gramíneas, de las que se sabe incluyen Canna, Axonopus, Cenchrus, Eriochloa, Stenotrphum, Poa, Digitaria, Panicum, Saccharum, Paspalum, Eragrostis, Agrostis y Cynodon.
Para apreciar el tamaño, aquí junto a una minúscula Spoladea recurvalis |
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Gnaphosidae, arañas de suelo.
No sé cómo la pasé por alto, a esta araña, presente siempre cerca nuestro. Pero, más vale tarde que nunca.
Las Gnaphosidae, conocidas comúnmente como arañas de suelo, son de tamaño mediano a pequeño, con ocho ojos, de los que los medios posteriores son ovalados y oblicuos. En su gran mayoría son de hábitos nocturnos, y viven debajo de la hojarasca, troncos y piedras, en donde cazan de manera errante, sin construir más telas que las de su refugio y nido.
Las gnaphosidae se alimentan, entre otras presas, de otras arañas, y son más bien fáciles de reconocer, porque tienen sus hilanderas cilíndricas ubicadas al final del opistosoma (abdomen), y sobresalen notoriamente.
Podemos encontrarlas en plazas y jardines, con sólo levantar las plantas del suelo o remover las hojas en descomposición que se acumulan bajo ellas. Incluso las especies más pequeñitas viven en los maceteros, ocultas a nuestra vista entre las hojas muertas.
Para tranquilidad de todos, el veneno de estas arañas no tienen ninguna importancia médica para humanos y mascotas, así es que podemos convivir con ellas sin problema alguno. Incluso se les puede encontrar cazando dentro de nuestras casas, por las noches, cosa que nada tiene de malo, pues ayudan a eliminar insectos y a otras arañas menos deseadas.
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Las Gnaphosidae, conocidas comúnmente como arañas de suelo, son de tamaño mediano a pequeño, con ocho ojos, de los que los medios posteriores son ovalados y oblicuos. En su gran mayoría son de hábitos nocturnos, y viven debajo de la hojarasca, troncos y piedras, en donde cazan de manera errante, sin construir más telas que las de su refugio y nido.
Hembra adulta en su refugio. |
Las gnaphosidae se alimentan, entre otras presas, de otras arañas, y son más bien fáciles de reconocer, porque tienen sus hilanderas cilíndricas ubicadas al final del opistosoma (abdomen), y sobresalen notoriamente.
Se pueden apreciar sus hilanderas cilíndricas al final del opistosoma. |
Podemos encontrarlas en plazas y jardines, con sólo levantar las plantas del suelo o remover las hojas en descomposición que se acumulan bajo ellas. Incluso las especies más pequeñitas viven en los maceteros, ocultas a nuestra vista entre las hojas muertas.
Algunas especies son muy pequeñitas. |
Para tranquilidad de todos, el veneno de estas arañas no tienen ninguna importancia médica para humanos y mascotas, así es que podemos convivir con ellas sin problema alguno. Incluso se les puede encontrar cazando dentro de nuestras casas, por las noches, cosa que nada tiene de malo, pues ayudan a eliminar insectos y a otras arañas menos deseadas.
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Polistes dominula, avispa papelera.
Entre los no pocos invertebrados introducidos al país, que han llegado a nuestra ciudad, se encuentra la llamativa avispa Polistes dominula, de origen europeo, y que se conoce vulgarmente como "avispa papelera" o "papelera" a secas.
Este apodo se debe que fabrican su nido con una especie de papel, fabricado por ellas mismas, con el que construyen una serie de celdas, adosadas unas a las otras, y que no suele ser muy grande. Este nido es construído por las avispas fundadoras, que son las únicas que sobreviven al invierno. Todas las demás morirán al fin del verano. Una de estas avispas sobrevivientes, que fueron fecundadas el verano anterior, se convierte en reina, y es la única que pondrá huevos en las celdas. De estos primeros huevos nacen sólo avispas obreras, que son las encargadas de construir más celdas, en las que nacerán -avanzada la temporada- avispas machos y hembras. Éstas se aparearán, luego de lo cual los machos morirán (como las obreras) y únicamente sobrevivirán para hibernar las hembras fecundadas.
Aunque aquí no las hay, y por tanto no se dá ese problema, en otras regiones del país donde está presente la avispa "Chaqueta amarilla", Vespula germánica, suele ser confundida con la papelera. Pero lo cierto es que, con un mínimo de atención, se pueden advertir de inmediato dos claras diferencias. Una es que las antenas de la papelera son siempre amarillas, en tanto las de la chaqueta amarilla son negras, y la otra es que, al volar, las patas de la papelera cuelgan libremente hacia abajo, en tanto la Vespula las lleva recogidas.
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Este apodo se debe que fabrican su nido con una especie de papel, fabricado por ellas mismas, con el que construyen una serie de celdas, adosadas unas a las otras, y que no suele ser muy grande. Este nido es construído por las avispas fundadoras, que son las únicas que sobreviven al invierno. Todas las demás morirán al fin del verano. Una de estas avispas sobrevivientes, que fueron fecundadas el verano anterior, se convierte en reina, y es la única que pondrá huevos en las celdas. De estos primeros huevos nacen sólo avispas obreras, que son las encargadas de construir más celdas, en las que nacerán -avanzada la temporada- avispas machos y hembras. Éstas se aparearán, luego de lo cual los machos morirán (como las obreras) y únicamente sobrevivirán para hibernar las hembras fecundadas.
Nido de Polistes. Imagen de la web. Créditos en la imagen. |
Las papeleras no son avispas agresivas, por lo general ni aun cuando se les molesta. Pero son muy voraces, y suelen comer gran cantidad de larvas y pequeños insectos. Es un poco impactante ver cómo se comen las larvas de mariposa, las que muchas veces son más grandes que ellas, prácticamente vivas.
Aunque aquí no las hay, y por tanto no se dá ese problema, en otras regiones del país donde está presente la avispa "Chaqueta amarilla", Vespula germánica, suele ser confundida con la papelera. Pero lo cierto es que, con un mínimo de atención, se pueden advertir de inmediato dos claras diferencias. Una es que las antenas de la papelera son siempre amarillas, en tanto las de la chaqueta amarilla son negras, y la otra es que, al volar, las patas de la papelera cuelgan libremente hacia abajo, en tanto la Vespula las lleva recogidas.
Comparativa. Imagen de la web. |
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Pycnoscelus surinamensis, una inmigrante asiática ilegal.
En nuestro país, hay registradas al menos 23 especies de cucarachas, de las que sólo 3 tienen el molesto hábito de vivir dentro de nuestras casas y edificios, siendo todas "baratas" de origen extranjero, que se han avecindado en nuestro país, como en todo el mundo. Éstas son la Periplaneta americana, la Blatta orientalis y la pequeña Blatella germanica, que suele vivir dentro de nuestros electrodomésticos.
[imagen de la web] |
Las otras especies son casi todas endémicas del país, y viven en zonas alejadas del hombre, ocupando un importante lugar en los ambientes naturales en que viven.
No obstante, esto no quiere decir que no puedan llegar nuevas especies. Y eso es lo que hemos encontrado en nuestra ciudad, una especie oriental que, habiéndose distribuido por muchas partes del mundo, ha llegado también a Antofagasta. Se trata de la cucaracha Pycnoscelus surinamensis.
Pycnoscelus surinamensis. Hembra y juvenil [imagen de la web] |
Esta barata es de tamaño medio, alcanzando hasta los 25 mm, bastante menos que la Periplaneta americana, que tanto nos disgusta y a no pocos asusta, cuando tiene la ocurrencia de volar. A diferencia de ella, la P. surinamensis no vuela, aunque tanto machos como hembras tienen alas tan largas como su cuerpo, siendo de un color muy oscuro en los machos y notoriamente más claros en las hembras. Las ninfas (individuos juveniles) de esta cucaracha no poseen alas. Una característica que la hace especial, es que la hembra puede reproducirse sin necesidad de tener un macho, por partenogénesis, aunque los individuos nacidos de esta manera serán todos hembras.
Para cualquier antofagastino, acostumbrado a ver baratas desde niño, es fácil reconocer a esta especie, pues tanto adultos como juveniles se aprecian distintos a las que ya conocemos.
P. surinamenensis macho. Ejemplar encontrado muerto. |
P. surinamensis ninfa en estadio avanzado. Ejemplar encontrado muerto. |
Una diferencia fundamental -y no poco importante para nosotros- es que la P. surinamensis no parece interesarse en conocer el interior de nuestras casas, sino que gusta de los lugares en que hay plantas y tierra, bajo la cual se esconde y permanece, alimentándose de todo tipo de materia en descomposición. Los ejemplares que encontré estaban a unos 7 cm de profundidad, y mostraban una asombrosa habilidad para enterrarse y esconderse.
Ninfas de Pycnoscelus surinamensis capturadas vivas. |
Dado lo seco del clima en los alrededores de la ciudad, y su necesidad de lugares húmedos, es difícil que esta cucaracha vaya a propagarse más allá -a mi parecer- como tampoco es probable que, como hacen las otras especies introducidas, vaya a adentrarse en una casa o subir a un edificio.
La verdad, con ese aspecto algo rollizo, hasta las encontré tiernas y sentí simpatía por ellas.
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Cortando hojas.
La ya conocida Megachile SP. abeja cortadora de hojas, en el proceso de cortar una. Se ve que le falló el corte, porque se lleva un trozo enorme que luego no podía transportar, y que le costó varias pausas para descansar en el camino.
Sin embargo, no lo soltó. Su nido estaba fuera de mi alcance, de modo que nunca supe si le sirvió un trozo tan grande o no.
:Linyphiidae, arañas de hoja.
Si bien hablábamos de las Pikelinia, y decíamos que eran arañas muy pequeñas, ello no quiere decir que sean las más pequeñas. No, hay otras que son más pequeñas aún, tanto, que se les conoce -en inglés- con el nombre común de "arañas enanas", pero yo encuentro más adecuado decirles araña de hoja, por la forma de su telas, como si fuese una hoja de papel o sábana. En todo caso, su nombre ne latín significa "tela de línea", porque hay especies que sólo tienden unos hilos, no hacen una tela completa. Acá en Chile no las llamamos de ninguna manera en especial, ya que las personas rara vez las ven, o llegan a interesarse en ellas.
Esto sucede porque son tan pequeñitas, que ni nos enteramos que existen, y mucho menos sospechamos que pueden estar cerca nuestro. Pero que nadie se ponga nervioso, ya que estas minúsculas arañitas no revisten ningún riesgo para nosotros. Sería imposible para ellas morder algo tan grande como les resulta ser un ser humano. Las más grandes llegan a medir 1,3 mm.
Sobre mi piel, se puede ver su tamaño comparado con los vellos. |
¿Dónde las podemos encontrar? Generalmente las encuentro en los jardines, pero también en maceteros grandes, digamos de unos 30 cm de diámetro. Viven debajo de las hojas secas, o en lugares cubiertos junto a ellas. Es de suponer que se alimentan de los pequeños insectos que se comen -y degradan- esas hojas, convirtiéndolas en materia descompuesta y luego en tierra. Es difícil verlas, y más difícil capturar una sin aplastarla, pues son muy frágiles.
La familia Linyphiidae es la segunda con mayor número de especies, en el mundo, alcanzando unas 4500, de las que un centenar están descritas en nuestro país. Pero la enorme mayoría de las conocidas científicamente en Chile, son de la zona centro y sur. Las de acá del norte son casi en su totalidad desconocidas.
Las Linyphiidae tejen sus telas en forma de domo, o bien como una sábana, permaneciendo debajo de ésta. De esa manera se protegen, pues cuando un a presa cae en la tela, la aseguran y muerden desde abajo, amparadas por ésta. Sin embargo, se sabe también que estas arañas suelen recorrer los lugares cercanos a su tela, no permaneciendo siempre en ésta, como hacen otras arañas. No se sabe si lo hacen para cazar o por otros motivos. No obstante, también hay especies que sólo tienden unas cuantas líneas para cazar. Su ooteca, según he podido ver, es esférica y en todo similar a la de Steatoda, con la diferencia del tamaño, lógicamente.
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Pikelinia Sp. Una araña pequeñita.
Cerca nuestro, a veces muy cerca, viven varias especies de araña. Algunas nativas y otras que nos llegaron del extranjero. Algunas las vemos seguido, y otras podemos pasar la vida sin haberlas visto nunca.
Este último es el caso de las Pikelinia, unas arañas pequeñas de la familia Filistatidae, que suelen pasar inadvertidas. Son tan pequeñas, que se alimentan de hormigas y otros minúsculos insectos.
¿Que dónde podemos encontrarlas? Bueno, a ellas les gustan dos ambientes, bastante diferentes, lo que a veces me hace pensar que podrían ser dos especies distintas. Podemos encontrarlas en los árboles y grandes arbustos de tronco leñoso, ésos cuya corteza se agrieta con el tiempo. Allí viven, ocultas, a espera que algún insecto pequeño caiga en su tela, la que se extiende sólo por un par de centímetros alrededor de su bien oculta casa.
Pero también podemos encontrarlas en los muros de las casas, en las ventanas viejas, o en cualquier resquicio de las rocas. Sobre todo de las que no están demasiado expuestas al sol. A las que eligen estos lugares es posible encontrarlas más fácilmente, ya que sus telas quedan más visibles. Bueno, encontrarlas es un decir, pensemos más bien en que podremos saber que por ahí hay una, pero realmente verla será muy difícil, ya que por su tamaño pueden esconderse en las más pequeñas rendijas, y no saldrán de ahí mientras estemos cerca.
Pero también podemos encontrarlas en los muros de las casas, en las ventanas viejas, o en cualquier resquicio de las rocas. Sobre todo de las que no están demasiado expuestas al sol. A las que eligen estos lugares es posible encontrarlas más fácilmente, ya que sus telas quedan más visibles. Bueno, encontrarlas es un decir, pensemos más bien en que podremos saber que por ahí hay una, pero realmente verla será muy difícil, ya que por su tamaño pueden esconderse en las más pequeñas rendijas, y no saldrán de ahí mientras estemos cerca.
Hembra adulta. |
En esta foto, tomada sobre mi mano, se puede apreciar lo chicas que son. |
Algo que casi todos preguntan, cuando se habla de una araña, es si son "venenosas" o "peligrosas". En esta caso se puede decir -con toda seguridad- que nó. Es una arañita inofensiva, y desde el punto de vista egoísta del hombre, beneficiosa, ya que cuando vive en las paredes exteriores de nuestras casas (nunca he encontrado una adentro) se alimenta de insectos que podrían entrar en ella, como las hormigas, por ejemplo.
Las Pikelinia son arañas netamente sudamericanas, y fueron descritas por primera vez en 1946 por Mello-Leitão. Hasta ahora, se han descubierto y reconocido 12 especies, ninguna de ellas en Chile. Esto no quiere decir que no las haya (como demuestran estas fotos), sino que simplemente no se las ha analizado, descrito y registrado.
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Nycterinus Sp., un renegrido escarabajo.
Estos coleópteros, dado el amplio territorio que ocupan, han debido adaptarse a gran variedad de hábitats, desde nuestro nortino desierto, hasta la Cordillera de Nahuelbuta en el sur.
Existen unas veinte especies de Nycterinus, de las que al menos dos podemos encontrar en Antofagasta, en la Reserva Nacional de La Chimba, Nycterinus penai y Nycterinus borealis, y otras dos que se extienden por la Cordillera de la Costa, en zonas al amparo de la niebla, Nycterinus angusticollis y Nycterinus barriai.
Lo interesante es que también en la ciudad tenemos Nycterinus, los que suelen vivir -como todos los escarabajos del Género- bajo piedras, palos y objetos semienterrados, en nuestros patios, jardines y plazas, a condición de que exista suficiente humedad. No hemos podido determinar a qué especie pertenecen, ya que las diferencias no son notables como para apreciarlas fácilmente.
A estos escarabajos no se les considera dañinos ni para el hombre ni para sus cultivos. Aunque se alimentan de materia vegetal, llegando incluso a comer algunas frutas de plantas rastreras, o que estén al alcance del suelo, no llegan a hacer daños que motive se les clasifique como plaga agrícola.
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Araña "tigre", Scytodes univittata Simon, 1882.
La araña "tigre", como mejor se la conoce en Antofagasta, se llama en realidad Scytodes univittata Simon, 1882, y no es una araña propia de nuestras tierras.
En muchas partes, como en la propia Wikipedia, se indica que en todo Chile se encuentra sólo una especie de Scytodes, la Scytodes globula. Pero eso es un error, ya que, debido a las condiciones climáticas, esa especie no puede vivir en nuestro caluroso y desértico norte. Desde la III región, habita única y exclusivamente Scytodes univittata. En poco se diferencian, a decir verdad,y se necesita ser un conocedor para darse cuenta que no son la misma especie.
En Scytodes univittata, las patas no son atigradas, como las de su pariente, sino que son de color amarillento, en toda su extensión. Es la diferencia más patente y fácil de observar.
Estas arañas tienen una especial forma de cazar: lanzan una masa pegajosa a su presa, la que la inmoviliza el tiempo suficiente para acercarse y atarla, para luego morderla e inocularle su veneno. De esta manera, reduce en gran medida el riesgo de ser atacada por su presa, que generalmente es otra araña. No es que se alimente exclusivamente de arañas, pero son su presa preferida.
Se dice también que las Scytodes son enemigas mortales de la araña "de rincón", Loxosceles laeta, tan abundante en nuestra ciudad, pero la verdad es que no es su depredador específico. Lo que ocurre es que, al ser las dos arañas sinantrópicas (o sea, que viven en las casas), tienen ocasión de encontrarse, y de servir de alimento unas a las otras. Porque no es siempre la Scytodes, con su técnica de ataque a distancia, la que gana, sino que a veces la rapidez y agresividad de la Loxosceles la ayudan a derrotar a su enemiga. Y entonces la cazadora pasa a ser la presa.
Scytodes univittata muerta por una Loxosceles |
Con esto no quiero decir que no sea conveniente tener arañas tigre dentro de la casa, puede tenérselas o no. El tenerlas siempre será una ayuda para mantener controlada la población de arañas de rincón y de otros insectos que vivan dentro de la casa..
N.N. Un insecto que pasa inadvertido.
Pariente de las Crisopas es este Neuroptero, que resulta difícil de identificar y que tanto podría ser un Hemerobius, como un Sympherobius o un Nomerobius. No es posible saber bien qué es, sin meterlo bajo un microscopio, y eso no es algo que nos interese hacer. Nos limitaremos entonces a decir que es un Hemerobiidae.
Como las crisopas en su aspecto, y en sus costumbres alimenticias, ya que como ellas come otros insectos más pequeños, difiere en su tamaño, que es la mitad, y en el color, ya que estos hemeróbidos son de un color ocre, que los hace muy difíciles ver entre las hojas o ramas secas, y que dificulta también el tomarles buenas fotos, ya que la cámara no los enfoca bien.
Aunque pueda parecernos que en nuestros jardines no los hay, si tenemos paciencia y buscamos con cuidado entre el follaje de nuestras plantas, podremos encontrarlos. O bien esperar hasta el atardecer, cuando salen a alimentarse. Completamente inofensivos, y beneficiosos para nuestro jardín.
Loxosceles laeta, araña "no tan" de rincón.
Me resulta curioso advertir, recién ahora, que nunca mencioné a la araña que está más cercana a los habitantes de Antofagasta: La "araña de rincón", Loxosceles laeta Nicolet, 1849.
Muchas cosas se dicen de esta araña, y ciertamente que gran parte de ellas es -si no falsa- al menos imprecisa.
La araña de rincón, así conocidas porque prefieren los lugares oscuros y rincones de nuestros hogares, es un arácnido perteneciente a la familia Sicariidae, la que comparte con las arañas Sicario (que mencionaremos en una próxima ocasión). Estas arañas son ciertamente de cuidado, porque revisten un riesgo que no podemos desconocer. El veneno de las Loxosceles, según ha podido comprobarse con el análisis de muchos casos, puede llegar a ser mortal para el ser humano.
Según un estudio realizado en Brasil, sobre arañas Loxosceles; sus mordidas se producen en forma más frecuente en brazos y piernas, y afecta más a mujeres que a hombres. Esto ocurre porque acostumbran ocultarse en closets y roperos, por lo que muchas veces la gente, al ponerse la ropa sin darse cuenta que hay una araña dentro, la aprieta contra el cuerpo, y la araña -asustada- reacciona mordiendo e inoculando su veneno. La otra forma más común de recibir una mordedura es durante el sueño, al aplastar la araña contra la cama.
Muchas cosas se dicen de esta araña, y ciertamente que gran parte de ellas es -si no falsa- al menos imprecisa.
Macho de L. laeta, costa de Antofagasta. |
Lo primero que yo diría es que la araña de rincón vive en la gran mayoría de las casas de nuestra ciudad, incluso en departamentos a varios pisos de altura. A esta costumbre de vivir tan cerca del ser humano, se le llama sinantropismo, siendo así la L. laeta una araña sinantrópica. Sin embargo, creo conveniente aclarar que la información, ampliamente difundida en internet, que dice que el hábitat de esta araña es las habitaciones humanas, es errónea. El hábitat de estas arañas es muy amplio y diverso, pudiendo encontrarlas en un amplio espectro de ambientes, que van desde los húmedos roqueríos de nuestra costa, a metros de la línea de la marea, hasta las quebradas de los secos cerros de nuestra región, bajo cuyas piedras es posible encontrar Loxosceles hasta una altura aproximada de 600 msnm. Ésos son los hábitats naturales de esta araña. Que haya encontrado un ambiente cómodo, seguro y agradable para vivir en nuestras casas, es otra cosa diferente. Eso se llama adaptación al medio.
La araña de rincón, así conocidas porque prefieren los lugares oscuros y rincones de nuestros hogares, es un arácnido perteneciente a la familia Sicariidae, la que comparte con las arañas Sicario (que mencionaremos en una próxima ocasión). Estas arañas son ciertamente de cuidado, porque revisten un riesgo que no podemos desconocer. El veneno de las Loxosceles, según ha podido comprobarse con el análisis de muchos casos, puede llegar a ser mortal para el ser humano.
Tela de araña de rincón, en un ambiente natural. |
El veneno de Loxosceles produce daño necrótico en la piel y tejidos (éstos se destruyen y descomponen), y en algunas ocasiones se extiende hasta los órganos internos, como los riñones. En esos casos, existe un gran riesgo de muerte de la persona afectada, pero estadísticamente se ha determinado que en un 80% de los casos el daño es sólo cutáneo o de los tejidos externos. Resulta importante el buscar asistencia médica pronto, porque aunque no existe en nuestros hospitales suero contra este veneno, y aun éste no es de real efectividad, se pueden recibir otros tratamientos para reducir sus efectos y minimizar el daño.
Macho de Loxosceles laeta, de color claro. |
En cuanto a la araña misma, podemos decir que es de tamaño más bien grande, pudiendo alcanzar, con las patas extendidas, los 30 mm. Es una araña de color café, si bien el tono puede variar mucho entre una araña y otra, dependiendo esto del lugar en que vivan. Si es muy oscuro y húmedo, el tono será muy oscuro, pudiendo llegar casi al negro. Si es un lugar seco e iluminado, el tono será mucho más claro.
Hembra adulta de L. laeta, muy oscura, por vivir en un sitio muy húmedo. |
En el prosoma (que así se llama lo que identificamos como tórax de la araña), presenta un dibujo que se asemeja a un violín, por lo que se les conoce también como "araña violinista". Este diseño a veces es perfectamente visible, pero en otras ocasiones casi no se nota.
Las Loxosceles tienen sólo 6 ojos, como todas las arañas de su Superfamilia, Scytodoidea, y a diferencia de la mayoría de las otras arañas, que tienen 8. Sus ojos se presentan en pares, y esto es una característica que ayuda también a identificarlas.
Distribución de los ojos (6). |
Si bien es cierto que debemos cuidarnos de ellas, e impedir en lo posible que vivan en el interior de la casa, no es tampoco necesario hacer fumigaciones o cosas como esa. Basta con mantener la casa limpia y ordenada, moviendo aún los muebles más pesados, cada cierto tiempo, ya que debajo o detrás de éstos es donde mejor y más seguras viven. Si se encuentra una araña Loxosceles adulta, dentro de la casa, lo más probable es que haya bastantes más, y es aconsejable hacer limpieza para eliminarlas.
L. laeta hembra, tonalidad intermedia, cazando de día. |
Otra cosa que se dice de las Loxosceles es que sólo cazan de noche. Esto no es tampoco completamente efectivo. Porque aunque es cierto que la luz les resulta molesta, si una Loxosceles está en su escondrijo, y ve pasar por en frente una araña u otra presa cualquiera, no dudará en salir velozmente y atacarla en forma fulminante, amparada en su gran velocidad, para luego arrastrarla a lugar seguro y comérsela.
Ah, y como última cosa, estas arañas no atacan a las personas, ni les saltan encima o cosa parecida., por lo que no hay razón para tenerles miedo, sólo se debe ser precavido. Son únicamente una araña más.
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Ah, y como última cosa, estas arañas no atacan a las personas, ni les saltan encima o cosa parecida., por lo que no hay razón para tenerles miedo, sólo se debe ser precavido. Son únicamente una araña más.
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Avispas parasitoides
En nuestros jardines habitan muchos insectos que no conocemos, que quizá nunca hemos visto y que ni siquiera imaginamos. También, pasan allí, entre nuestras plantas y flores, muchas cosas sorprendentes, siendo no pocas de ellas terribles y crueles, a vista de la humanidad.
Por ejemplo, hoy me encontré con una hermosa abeja Megachile, libando en una flor de cactus Opuntia monacantha, de ésos cactus que nos recuerdan a las tunas, en el aspecto y en los frutos que producen.
La abeja se sumergía feliz entre los numerosos estambres que estas flores tienen, llenándose de amarillo polen, mientras bebía el néctar. Tantos son y tan largos los estambres de esas flores, que la abeja de pronto se perdía entre ellos, y no podía ni siquiera ver lo que sucedía cerca de ella.
Entonces, apareció "la mala de la película", una pequeña avispa, tan pequeña que no era más grande que una pata de la abeja, y se lanzó en picada contra su blanco lomo. La abeja, asustada como cualquiera al que le caiga algo sobre la espalda (y más si es algo vivo), se revolcó contra la flor para sacársela de encima, y luego voló lo más lejos posible. La avispa, en tanto, se posó en la flor, se sacudió un poco, y volvió a volar cerca de las flores, esperando la llegada de otra abeja.
Alguien se preguntará ¿pero qué es lo que pasó? ¿por qué la avispa hizo eso? La respuesta es que esa avispa pequeñita es un parasitoide. Un parasitoide es algo parecido a un parásito, pero tiene una gran diferencia: los parásitos viven dentro de otro ser vivo, pero no lo matan. En cambio, los parasitoides entran en su víctima, viven dentro un tiempo, y luego la matan.
Lo que hizo la avispa fue dejar encima de la abeja un huevo suyo, pegado sobre los "pelos" del lomo. Cuando la abeja llegue a su nido, donde ha puesto sus huevos en celdas llenas de polen, para que se desarrollen y crezcan, el huevo de la avispa quedará pegado en alguna de sus paredes. De ese huevo saldrá una pequeña larva, que se meterá dentro de una larva de la abeja, que está creciendo inmóvil en su celda, y se la irá comiendo por dentro, de a poco, hasta que ya haya crecido lo suficiente. Entonces matará a su huésped (la larva de abeja) y se convertirá en una pupa, para esperar que pase el invierno y pueda salir afuera como una nueva avispa.
Parece algo cruel, cuando lo miramos con ojos humanos, pero así es la naturaleza, y así se mantiene su equilibrio. Siempre hay alguien que se come a otro, y seguramente habrá también alguien que se coma a esa pequeña avispa, quizá si tan cruelmente como sus larvas se comen a las abejas.
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